martes, diciembre 20, 2005

DE POLITICA E HISTORIA

Cuando Cervantes casi se viene a América
Alejandro Pino Uribe

Me encontraba en Madrid en una visita breve por asuntos de mi trabajo, cuando leyendo la edición del 3 de Marzo, de este año, del diario “El país”, encuentro un artículo escrito por Cesar Antonio Molina, director del Instituto Cervantes, que me llamó la atención y del cual me he permitido extraer parte de la información que motiva las presentes líneas.

Menuda sorpresa para quienes, en esta parte de América, conocemos de Cervantes un poco más que su autoría de “El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, al enterarme de su reiterado interés por radicarse en tierras americanas.

Al recorrer tantas veces el territorio manchego, en cada quebrada, llanura o montaña siempre se me aparece, en la imaginación, el caballero de la triste figura en su flaco rocín con Sancho cabalgando a su lado.

Pocos saben que el 17 de febrero del año 1582, don Miguel de Cervantes, desde Madrid, envió una carta a don Antonio de Eraso, del Consejo de Indias, que se encontraba en Portugal, concretamente en Lisboa, agradeciéndole el interés que había demostrado por su intención de radicarse en América, atendiendo algún oficio. Lamentablemente, para nosotros los americanos, esa intención se vio frustrada, ya que según se le dijo al ilustre escritor no existían vacantes para satisfacer sus pretensiones de viajar al nuevo mundo.

No era este el primer intento y, tampoco el último, sin embargo, fracasó en todos ellos. Ocho años después, el 21 de mayo de 1590, pidió por intermedio de su hermana Magdalena varios trabajos, entre ellos, la contaduría del Nuevo Reino de Granada, la gobernación de la provincia de Soconusco en Guatemala, ser contador de las galeras en Cartagena de Indias o ser corregidor de la ciudad de La Paz. El Consejo de Indias le respondió, lacónicamente: "Busque por acá, España, en qué se le haga merced".

La vida de don Miguel de Cervantes rivalizaba en aventuras con su personaje, “desfacedor” de entuertos y vengador de doncellas perseguidas, embestidor de gigantes de brazos tan grandes como aspas de molino. Cuando hace sus primeras peticiones de “cruzar el charco”, tenía por entonces 42 años y una vida marcada por el fracaso.

A los 20 años y algo, había huido a Italia por herir en duelo a un intendente de construcciones reales, a los 24 había perdido de un arcabuzazo la mano izquierda, para mayor gloria de la diestra, en la batalla de Lepanto. De los 28 a los 33 había estado prisionero en Argel, a los 37 había tenido una hija con la mujer de un tabernero y se había casado con una joven toledana, a los 39 había abandonado el hogar conyugal y a los 40 había sido excomulgado por embargar el trigo de varios canónigos. Se dice que uno de sus oficios fue el de cobrador de impuestos.

Paralelo a la accidentada vida ya reseñada, había estrenado tres obras de teatro y publicado una novela “La Galatea”, que podríamos definir como bucólica pastoril y que habían pasado casi desapercibidas en los círculos literarios españoles del siglo XVI.

Estas relaciones, casi desconocidas, de Cervantes con América, nos hacen reflexionar en todo el proceso cultural que la lengua española, su origen y la literatura Cervantina, representan como un puente común de una América, que pese a sus fuertes raíces nativas, de continente que tenía vida y cultura propias, se ve influenciada por el descubrimiento, conquista e imposición de usos y costumbres diferentes.

La lengua es, talvez, la herramienta más poderosa para consolidar la cultura hispano americana.

Cuando se cumple el cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote, pensamos en la influencia de toda una cultura. Vemos como se funden y trasmutan los conocimientos, mitos y leyendas de ambos mundos.

Por sobre la imposición de una religión distinta a la nativa, de dioses, naturales y sobre naturales, quedan los dolores y prejuicios, aquellos que se trajeron de las interminables guerras del viejo mundo, a los propios dolores de las costas americanas, en el borde atlántico y del pacífico.

Hoy hablamos lo que se define como la lengua de Cervantes, con miles de modismos que suenan a cantos de pájaros, y que huelen a humo de fogatas y a hierba fresca de una selva virgen, como la de América del 1400.

De Cervantes hemos heredado la tendencia americana a vivir de utopías, como las que él soñó. Le fue vedado alcanzar las Indias, una de las muchas decepciones que padeció y, finalmente, se olvidó del nuevo mundo. ¡Qué lastima! Perdernos a don Quijote y a Sancho en las alturas Andinas, recorriendo los valles de prodigiosos ríos o la quebrada geografía del fin del mundo, embistiendo vientos, sin molinos, en el extremo austral.

Cervantes no vino a América y en su obra sólo la mencionará en dos o tres ocasiones y siempre con cierto dejo de amargura, como lo hace en la novela de “La española inglesa”, donde escribe que “las Indias eran común refugio de los pobres generosos".

En “El celoso extremeño”, incluso asegura, aún marcado por el despecho hacia un continente que no podría conocer jamás, que América venía a “ser amparo de los desesperados, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, añagaza general de mujeres libres" y, en resumen, "engaño común de muchos y remedio particular de pocos".

Pero aún cuando Cervantes no llegó a América, don Quijote sí, cabalgando en un rocinante de papel, vestido con su armadura de libro, se lanzó al galope a la conquista literaria de este nuevo mundo, con el cual podía entenderse en la vieja lengua de Castilla La Mancha.
Ya en febrero y abril de 1605 salieron cargamentos del libro para las Indias, y los envíos se sucedieron a lo largo del año.

Dice Cesar Molina en su texto; “Tres ejemplares tuvieron como destino Cartagena de Indias, 262 México y otros 100 de nuevo Cartagena, todos ellos pertenecientes a la edición príncipe.

En el magistral estudio Los libros del conquistador, publicado hace más de medio siglo, Irving Leonard explicaba que la exportación de libros al nuevo mundo era tan provechosa que, como en el caso del Quijote, muchas veces se sacaban de las prensas para llevarlos precipitadamente a Sevilla a fin de que no perdiesen la salida de las flotas anuales. La popularidad de los personajes cervantinos en las Indias fue rápida, y dos años después Don Quijote y Sancho desfilaban en Perú durante unos festejos”

Pero pasado el tiempo España casi se olvidó de América. El conquistador dejó la impronta de su espada y la riqueza de su lengua castellana, pero se fue, sintiendo que los legítimos deseos de independencia de nuevas naciones y de otras patrias, les echaban por donde habían llegado. Era una nueva raza fundida entre Europa y los indígenas de América, la que gritaba, como dice Martí “por el continente redimido”

América quedó en el olvido por cientos de años, hasta que a comienzos del siglo 20, cuando las grandes guerras volvieron a asolar Europa, los españoles perseguidos, o sobrevivientes de las luchas y revoluciones, volvieron sus ojos a estas tierras allende los mares, para cruzar nuevamente el océano de vientos, olas y tormentas, y fueron parte de esta naturaleza morena que les recibió generosamente, con una bienvenida en su misma lengua, la de Cervantes y del Quijote.

Y ahora son parte de nuestra historia común. Vinieron a soñar nuestros propios sueños y se quedaron, sintiendo que cada patria americana era su propia patria.

Finalmente, Cervantes no llegó a América, pero hoy pintores, escritores, cineastas, arquitectos, músicos y dramaturgos vienen y van tanto desde dentro como desde fuera de nuestras fronteras y con independencia de sus países de origen, son miembros de una misma y potente cultura, que se nutre de un idioma común, el idioma que hablaba y escribía Cervantes y que es la lengua de más de 400 millones de personas.

Andrea, una de las hermanas de don Miguel de Cervantes, al hacer referencia al escritor señalaba “ es un hombre que escribe y trata negocios, y por su buena habilidad tiene amigos". Miguel rondaba los 57 años y acababa de publicar la primera parte del Quijote, la misma que este año cumple 400 años.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Señor
Alejandro Pino Ueibe
Luego de haber leído su blog, por el que le hago llegar mis felicitaciones, pensé que sería interesante su intervención en el que dirijo, www.peronistasenaccion.com.ar, blog de opinión política argentina y regional, el que le invito a conocer.
Si bien contamos con colaboradores en otros países, que nos dan una visión directa de lo que allí ocurre, no es el caso de Chile, en momentos que el resultado de las últimas elecciones
ha despertado variadas expectativas.
Quedando a la espera de su respuesta, lo saludo cordialmente
S. Durán - Editor
siggyduran@gmail.com