miércoles, noviembre 30, 2005

La Inquisición

Capítulo IX

El Papa Pío V

El Papa Pío V nació cerca de Alessandria en el norte de Italia el año 1504, bajo el nombre de Antonio Ghislieri. Desde los 14 años es monje dominico. Trabajó con gran celo llegando a ser nombrado gran inquisidor. En 157 es designado Cardenal.

Elegido Papa el año 1566, ayudó a los católicos franceses a perseguir a los hugonotes. Expulsó a los judíos de los estados pontificios, excomulgó a Isabel I de Inglaterra, y utilizó a la Inquisición para eliminar sin ningún asomo de piedad a los herejes.

El año 1570 formó la Santa Liga, en alianza con España y Venecia, derrotando a los turcos en la batalla de naval de Lepanto, con la escuadra comandada por don Juan de Austria, medio hermano del Rey Felipe II.

Fue canonizado el año 1712. Su festividad se celebra el 30 de Abril.

El Papado en esa época, por segunda vez (anteriormente, como ya se ha dicho, lo hizo ante los Reyes Católicos Isabel y Fernando) desaprueba el estilo de actuar de la Inquisición española, ante lo cual replica el Rey en una carta de fecha 17 de Febrero de 1567, dirigida al cardenal Granvela en Roma (curiosamente a ese Cardenal iría a servir un joven español, desconocido en esos años, llamado Miguel de Cervantes y Saavedra) “Con sus escrúpulos destruirá Su Santidad la Religión. Otra cosa debe el Padre Santo al respeto y amor que yo le profeso, y así debiera su Santidad abrir el ojo y no dejarse vencer de los escrúpulos que cada uno le quiera poner por delante”.

LOS INQUISIDORES
Los Inquisidores no fueron nunca brillantes, al contrario, cegados por el omnímodo poder que disponían, cometían toda clase de injusticias y atropellos, arremetiendo contra los mismos altos prelados de la Iglesia. En esos años 32 altos dignatarios fueron perseguidos por la Inquisición, más por envidia, despecho y por su probado fervor religioso e inteligencia, que por otras razones.

El Arzobispo de Sevilla, Valdés, Inquisidor General por veinte años (1547-1566) terminó por aburrir al propio Rey de España, quien le reemplazó por su secretario personal Espinosa, quien aprovechándose del cargo se enriqueció ilícitamente, cayendo en desgracia seis años después.

En la segunda mitad del reinado de Felipe II el Inquisidor General fue Quiroga (1573-1594).

LOS ATAQUES A LOS RELIGIOSOS

Nadie escapaba a la Inquisición, aunque fueran religiosos, como el caso de una monja del Monasterio de Santa Catalina de Valladolid, Sor María de Rojas, quien fue enviada a su convento condenada a ser maltratada a voluntad por sus propias hermanas de orden.

En su afán de persecución la Inquisición se dedicó a atacar a uno de los mejores teólogos de la Iglesia Católica Española y uno de los primeros poetas de la época, Fray Luís de León, al propio jefe de la Iglesia de España, el Arzobispo de Toledo (Toledo sigue siendo la sede del cardenalato Español hasta nuestros días), don Bartolomé de Carranza, a quien fuera después Santa Teresa de Jesús y a la propia Compañía de Jesús, todo lo cual, una vez más revelaba la mediocridad de los jueces inquisidores y sus desviados propósitos.

A Fray Luís de León, monje de la orden de los Agustinos se le acusó de enseñar herejías porque en un curso de teología, había dado el mismo valor a las opiniones de los rabinos y de los padres de la Iglesia sobre ciertos pasajes de las escrituras en que “los acusadores no concuerdan”.

Se le acusó, además, de haber sostenido que “no es artículo de fe que la Virgen María no hubiere cometido pecado venial nunca”.

Le irritaba a los Inquisidores que Fray Luís de León sostuviera que en ninguna parte del Antiguo Testamento existía promesa de Vida Eterna. Efectivamente, como cualquier estudioso de la Biblia puede sostener no existe en ninguno de los libros del Antiguo Testamento una referencia clara a la vida eterna, está referencia es, sin embargo, categórica en el nuevo Testamento, donde Jesús en diferentes ocasiones hace referencia a la vida eterna y a la Salvación...“El que en mí cree tendrá vida eterna” lo mismo que hace una clara referencia a ser el único intermediario ante Dios “Nadie llega al Padre sino a través de mí”.

La Inquisición pidió que el Fraile Agustino fuera sometido a tormento hasta que confesara su error. Solo fue condenado a estar cinco años en las mazmorras de una oscura prisión, y a ser amonestado “con apercibimiento de mayor rigor, si no era, más adelante, más circunspecto”.

Hay una poesía de Fray Luís de León, que se cuenta el fraile dejó escrita en las paredes de su prisión y que dice:

“Aquí la envidia y la mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.
(Al salir de la cárcel, Fray Luís de León)